
Camino a mi casa me encontre con un enano, al que meti en mi mochila. Después me agarre con los monos y quemé a un par de gorilas. Llegando a mi casa, escondí al enano en mi closet, el que por alguna razón llevaba un carnet de identidad y que jamás pude decifrar qué cresta decía. Entré al baño, y en el espejo vi que llevaba una parka que evidentemente por el tamaño no era mía, la miré y tuve solo buenos recuerdos. Al rato dormí y aún desconozco en qué día de la semana estoy. Solo sé que el enano sigue en el closet, comiendo comida para enanos, zanahorias y lechugas por montón.
¿Cómo explicar el mar de sentimientos sentidos este fin de semana-lunes?
R.L
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